lunes, 9 de noviembre de 2009

COMEDOR COMUNITARIO ALIMENTA A MAS DE 80 NIÑOS, ¿NO ERA QUE NO HABIA COMEDORES BARRIALES EN SAN LUIS...?
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Más de 80 niños almuerzan todos los sábados en un comedor comunitario de Ciudad Jardín
La sombra de un añoso algarrobo es el “techo” de las mesas y los bancos, armados con bloques y tablones. Al fondo del patio -y al amparo de un viejo caldén-, un horno de ladrillos, tablas apoyadas en tambores, ollas, fuentes, sartenes y utensilios.
Allí, diez vecinos volun
tarios terminan de preparar un pastel de papas y se dedican a servir el almuerzo. Son las 12:00 de este último sábado y en el lote 25 de la calle Violetas del barrio Ciudad Jardín, como ocurre desde hace un mes, la solidaridad de los vecinos voluntarios les da de comer a más de 80 niños. También a algunos padres y abuelos. Todos de la zona.



“Hay necesidades, hay hambre y esto que hacemos es nuestra manera de ayudar a esas familias. Somos varios soñadores que emprendimos esto: el comedor. Queremos ampliarlo porque hay mucha demanda, construir un salón, una cocina y demás…hay mucho hambre”, contó Mabel Vascur, la dueña de casa.

A tres kilómetros al noroeste de Villa Mercedes, la Ruta 7 divide el barrio Ciudad Jardín. Al sur, en el llamado “Kilómetro 2” un centenar de familias vive con pocos servicios y muchas necesidades. Al norte, el panorama no es diferente. Detrás de las fábricas, las whisquerías y la comisaría 11° las calles apenas demarcadas y muy guadalosas se abren paso entre las humildes viviendas que se fueron construyendo en medio de la nada.

La desocupación es el mal general y el hambre de los niños la preocupación de un grupo de vecinos que desde hace un mes decidió hacer algo. Y lo que hicieron fue un comedor comunitario. Durante la semana organizan el menú, juntan lo que hace falta y todos los sábados desde las 8 de la mañana comienzan la tarea en la casa de Mabel para tener la comida lista a las 12:00, cuando empiezan a llegar los niños.

El primer sábado, inauguraron el comedor con un asado; el segundo, hubo milanesas y hamburguesas; el tercero, tallarines con estofado y el último menú fue pastel de papas y postre helado.

Mabel vive casi al fondo de la calle Violetas. Es joven, madre de cuatro hijos y abuela de dos nietos. Trabajó muchos años como enfermera hasta que una afección la llevó a tramitar la jubilación. El destino la trajo al barrio Ciudad Jardín donde está forjando su sueño o, mejor dicho, el de un grupo de soñadores.

“Estamos trabajando y dando lo que podemos para saciar el hambre de los niños de toda esta zona. Somos un grupo de soñadores que hicimos posible esto y hasta ahora logramos cumplir porque la comida nunca faltó pese a la gran cantidad de chicos y mayores que vienen todos los sábados”, comentó.

” ¿Cómo nos arreglamos? Con el trabajo y la voluntad. Cada uno ponemos una parte. Por ejemplo, hoy que damos de comer al mismo tiempo nos ponemos de acuerdo para el próximo menú y durante la semana conseguimos lo que hace falta”, respondió.

El grupo de vecinos va supliendo las limitaciones de las instalaciones. Si el sábado a la hora del almuerzo está lloviendo, los chicos o los padres pueden ir a la casa de Mabel y retirar la vianda.

Pero quieren ir por más. Uno de los proyectos que tienen es construir un comedor techado, un salón con más comodidades para poder atender la creciente demanda. Para eso ya consiguieron que Amado Cadelago, uno de los propietarios de las tierras de la zona de Ciudad Jardín, les done un terreno, ubicado a pocos metros del patio del lote de Mabel.

Para recaudar fondos están organizando una peña que, en principio, será para el próximo 11 de diciembre. “Todo lo que podamos recaudar será para construir el salón comedor”, contó la mujer.

Pero aún quieren ir por más. El contacto con los niños y los mayores que acuden al comedor los puso en cabal conocimiento de la situación que viven las familias de la zona y se han propuesto ofrecerles algo más que la comida. También pretenden organizar talleres para que los chicos y los grandes aprendan un oficio.

Por lo pronto están luchando para conseguir todo lo necesario para el comedor. “Necesitamos muchas cosas porque está el comedor y la necesidad de darles de comer a los chicos. Nos hace falta desde tenedores u ollas en desuso hasta ladrillos. Cualquier cosa que alguien quiera donar será bienvenido”.

Mabel dedicó casi toda su vida a la enfermería y a la ayuda solidaria. Ya había trabajado en comedores comunitarios y por eso sabe de la necesidad de la gente. Pero confesó que siempre tuvo el sueño de tener un comedor para los chicos. “Pensaba que cuando tuviera plata y salud lo iba a hacer. Bueno…si bien no tengo ninguna de las dos cosas, el sueño lo estoy tratando de cumplir lo mismo”.

Está operada de un riñón y tiene un catéter que se lo tiene que extraer, algo que podría complicarle aún más la salud porque tiene además una afección llamada bridas, que le impide la cicatrización de las heridas. Con todo y, desde el corazón, repite una frase de María Teresa de Calcuta: “Yo sé que hay que dar hasta que duela…hasta que duela…”.

“Tenemos poco pero los chicos necesitan comer”
Ramón Magallanes es un vecino de Villa Mercedes que forjó la idea del comedor y está trabajando con el grupo. “Hace un mes que se nos cruzó la idea de poder hacer algo con el fin de ayudar a las familias de esta zona. Con la dueña de la casa, Mabel, decidimos poner un comedor. Lo armamos de manera precaria, aún tenemos poco pero los chicos necesitan comer”, comentó.

Dijo que desde el primer sábado “comenzó a correr la voz de que estábamos dando de comer y vino gente para ayudar. Al mismo tiempo vimos que empezó a aumentar la cantidad de niños que venían por la comida. Por eso estamos dispuestos a ampliar esta ayuda y construir un salón donde podamos atender a todos”,

“Nadie se ocupa de los niños con hambre”
Paola Gardiola es una de las jóvenes que forma parte del grupo. - ¿Por qué la decisión de dedicarte a esta tarea solidaria?, le preguntó Crónica de San Luis.

“Simplemente por amor a los chicos. Nadie se ocupa de esto, ni los políticos, ni los funcionarios. Falta comida, algo tan real como vergonzoso. Por eso nos juntamos y comenzamos a ayudar todo lo que podemos. Los hacemos de corazón”, contestó.

Dijo que por el momento todos los gastos los solventan ellos mismos. “Todavía no tenemos un papel que certifique que este comedor existe y eso es un freno para que podamos conseguir alimentos en los comercios o en las instituciones. Nadie nos dona”.

“Lamentablemente sólo podemos darles de comer los sábados. Porque la necesidad de muy grande y se necesita mucho más para ayudar”, añadió.

Tanto Paola como Mabel y Rubén, junto con otros integrantes del grupo de solidarios, María Eugenia, Flavia y Javier, entre otros, pidieron que quienes estén dispuestos a colaborar con el comedor, “concurran a ver lo que estamos haciendo y cuántos chicos y grandes vienen para comer. Seguramente conociendo lo que se hace acá se despertará en muchos el compromiso de colaborar de corazón”.

Los interesados en ayudar al comedor comunitario pueden también llamar a los teléfonos 02457 15676302 o 15611313. “Nos pueden mandar un mensaje y nosotros vamos a buscar las donaciones”.

http://www.cronicadesanluis.com.ar/cronica/index.php?option=com_content&view=article&id=2217%3Amas-de-80-ninos-almuerzan-todos-los-sabados-en-un-comedor-comunitario-de-ciudad-jardin-&catid=58%3Avilla-mercedes&Itemid=115&lang=es