sábado, 29 de enero de 2011

RODRIGUEZ SAA Y LA NUEVA AMANTE DE TURNO Ó ÉSTA VEZ ES EN SERIO...?




Rodríguez Saá, romántico: dedica canciones de amor a Delfina Frers.
El gobernador, de mirada distante y pocas palabras, está enamorado. Se nota en los pequeños gestos que cada tanto le ofrece a su pretendida Delfina Frers (53), cuando el resto del mundo se hace el distraído. La abraza, le acomoda el pelo y le regala besos furtivos mientras caminan por los jardines de su paradisíaco hogar ubicado en la pequeña localidad de Durazno Alto, en el municipio de Estancia Grande, provincia de San Luis.

En un pueblo de s
ólo mil habitantes, Alberto Rodriguez Saá (61) ya no se esconde. En realidad, nunca estuvo escondido, aunque protegía su nueva relación en su casa Los Peñitos (nombre que en ranquel significa “los hermanos”), lejos de todo y de todos.



¡Hola! fue el primer medio en retratar a la pareja, en noviembre de 2010. Pero recién la semana pasada Rodríguez Saá reconoció públicamente, en la mesa de Mirtha Legrand, que estaba enamorado de una de las mujeres más lindas de Argentina.

La confesión llegó a cuentagotas, con frases breves pero claras, sin rodeos. Apenas terminó el postre, el hombre –dos veces gobernador de los puntanos– regresó a su tierra para reencontrarse con su novia y presentarla ante los doscientos ciclistas que el fin de semana participaban del V Tour San Luis. Pasado el mediodía, la pareja llegó en su BMW hasta las cercanías de la localidad Nogolí y, desde uno de los miradores, se hicieron un lugar para seguir de cerca la competencia. A casi dos mil metros de altura, los novios compartieron mates, pastelitos caseros y también algunos besos.

La corredora de autos confiesa que cada día le cuesta más regresar a Buenos Aires. “Una vez que conocés San Luis, no te querés volver”, repite cada vez que le hacen la misma pregunta. “Vine por primera vez en 1997 y, desde entonces, siempre que pude me hice una escapada hacia acá”, insiste. Puntual como un reloj, una vez por semana viaja a la capital porteña para reencontrarse con los suyos y ultimar detalles en la agenda de su reconocida galería de arte, Stud Frers, que posee en Martínez.

Hoy, a treinta kilómetros de la capital puntana, Rodríguez Saá y Frers escriben su propia historia de amor. Cada mañana, ella recorre 40 kilómetros en bicicleta, mientras él se reúne con su gabinete en Casa de Gobierno. Los fines de semana la pareja abre las puertas de Los Peñitos para celebrar asados con sus amigos más íntimos. Sin perder un solo detalle, Delfina oficia de anfitriona dando la bienvenida a los invitados y cuidando que nada quede librado al azar, incluso la dieta de su novio. Al clásico asado lo reemplaza con un salmón grillé y la infaltable sopa de vegetales a base de repollo, ajo y espinaca que el gobernador no se cansa de beber. Y él le retribuye el gesto con sorprendentes arrebatos románticos. El viernes pasado, por ejemplo, Rodríguez Saá contrató una banda de músicos que le cantaron “Love of My Life” y “Balada para un loco” a su enamorada.

Las noches de tertulia siempre tienen lugar en un subsuelo, en un pequeño escenario entre viejas butacas, carameleras llenas de dulces y un moderno piano, último obsequio de Lito Vitale. Allí, en la casa de Alberto, todos cantan. El propio gobernador entona ante su reducido público viejas canciones románticas que él mismo compuso por sus viajes por Salamanca. Una de las más aplaudidas es “Tatuaje de amor”, un tema que se convirtió en el hit de las últimas noches de verano. Delfina, en cambio, todavía no se le animó al micrófono. “Me gusta cantar, creo que lo hago bien. Pero no me gusta hacerlo público”, se defiende mientras acaricia a su perra Paris –un sabueso que heredó el nombre de la celebrity Paris Hilton– y ofrece la obligada copa de champagne del after party.

En su refugio de Estancia Grande, el precandidato presidencial por el Peronismo Federal organiza también encuentros de ajedrez. “La última vez que jugué con Eduardo Duhalde, le gané el primero y el segundo partido. Eso sí, en la tercera le gano la interna”, dice a modo de broma.

La pareja también comparte una de sus grandes pasiones: el arte. El, por lo pronto, suele pasar horas en su taller de Los Peñitos jugando con materiales que más tarde convierte en muebles y objetos de decoración. Arañas invertidas, lámparas cuyo soporte fueron elaborados con caños de escape y ventanales de vitraux se funden entre los ambientes de su hogar. Su última obra, de hecho, se erige en la entrada de su casa: una imponente estructura en forma de caballo, de nueve metros de altura, construida con 14 mil cucharitas de acero inoxidable. “En mi vida tengo tres amores: Delfina, la política y el arte”, define Alberto Rodriguez Saá mientras ofrece un té de hierbas naturales, bien digestivo.

Desde su círculo más íntimo se afirma que la relación viene muy en serio. Tal es así que la palabra compromiso ya empieza a sonar entre sus más cercanos. Las últimas fiestas celebradas en la casona puntana con los tres hijos de la modelo, Eduardo, Elina y Delfina, y su familia parecen ser un claro indicio de que la pareja busca formalizar el vínculo.

Quién sabe, en una de esas Delfina dentro de poco se convierta en la primera dama de San Luis.
Texto: Jacqueline Isola
Fotos: Juan Huerta
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