lunes, 8 de octubre de 2007

EL CANDIDATO ANTI K Y SU AMANTE DE TURNO...

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Continua en los medios de la gran ciudad la exposición mediatica del candidato anti K acompañado en muchos casos de su amante de turno Ellos van a todos medios posibles - pago mediante por supuesto -.
Mientras que ella explica las bondades del feudo, el candidato anti K acusa al gobierno nacional de todo los males que nos pasan, mientras que se olvida intencionadamente de decir que muchas cosas que acusa las practica en su feudo sin ningún pudor ...


Mendoza
La Goris, Zulemita y Cristina CobosBuena parte de los mendocinos aún mantienen algunas sanas prácticas republicanas que en otras provincias han sido barridas por el caudillismo.

No hay vuelta que darle. Somos distintos. No mejores. Pero con la marca en el orillo.Uno lo nota, sobre todo, cuando vienen a Mendoza otros gobernadores, en particular de provincias donde el Estado es gerenciado por quienes viven de las reelecciones indefinidas.En Mendoza pareciera que aún mantenemos una actitud de cierto recato ante el poder. Da la impresión de que muchos mendocinos todavía sienten alguna vergüenza republicana.
Aquel domingoTengo una anécdota que quizás ayude a entender mejor lo que digo.
Hace poco la esposa de Julio Cobos, María Cristina Cerutti, se molestó con una opinión que yo vertí sobre el ministro provincial Francisco Morandini en esta columna dominical.
Sin embargo no hizo lo que suelen hacer algunos políticos o gente con poder, es decir llamar a los dueños del diario y quejarse por lo que ha escrito tal o cual periodista.
Por el contrario, transformó su enojo en algo productivo. Se sentó a escribir una carta refutando mi punto de vista sobre Morandini, quien, además de funcionario, es amigo personal de la familia Cobos.
Sin aparato
A mediodía de ese mismo domingo, la señora Cerutti se presentó en la sede de Diario UNO, sola, sin asistentes, sin custodia, vestida con un modesto equipo de gimnasia y le pidió a la recepcionista del diario que por favor le entregara una nota al periodista Manuel de Paz cuando llegara.
No dijo: “Soy la esposa del gobernador”, ni “soy la primera dama”, ni nada por el estilo. Fue absolutamente sobria y discreta. Tuvo actitud republicana, diría yo, algo tan poco valorado en este país que juega a engañarse con las apariencias.
Es más, durante el resto del día no llamó para ver si yo había recibido la carta ni para saber cuándo iba a ser publicada y en qué página, como suelen hacer muchos que quieren aparecer en el diario.
Fuerte eco
Por supuesto, al otro día la carta de la esposa del gobernador fue publicada en este diario y debo señalar que tuvo una potente repercusión. Y no sólo en los ámbitos políticos, ya que era la primera vez que la esposa de Cobos salía a expresarse públicamente sobre un tema referido al gobierno de su marido, sino también en los lectores comunes.
Imaginemos lo que hubiese pasado si la esposa de Cobos fuera, por ejemplo, del tipo –reitero, del tipo– de la actual pareja de Alberto Rodríguez Saá, la actriz Ester Goris, desbordada de protagonismo, como casi todos los artistas, en su rol de reina de la provincia puntana.
En ese caso es muy probable que hubiese llegado al diario acompañada de guardaespaldas y autos oficiales. Y exigido, con voz y gestualidad teatral, la presencia del periodista que osó opinar sobre el entorno de su marido.

Bienvenidos roces
Pese a todos los roces que los periodistas podemos tener en Mendoza con los factores de poder, roces que son habituales y hasta lógicos en el juego democrático, aquí los gobernantes no son dueños de un multimedio ni del principal diario, como ocurre en San Luis.
Ni tampoco han sido condenados por la Corte Suprema de Justicia de la Nación por negarle la publicidad oficial al principal diario de la región, como ocurrió en Neuquén, donde los editores del matutino Río Negro no accedieron a la docilidad que se les habría exigido desde el poder neuquino para recibir publicidad oficial.
Cualquiera sabe que la publicidad estatal no es pagada del bolsillo de ningún gobernante de turno, sino con los fondos que aportan todos los ciudadanos, sean críticos o adeptos de la gestión de turno.
En concreto, es plata que nunca puede ser utilizada para acallar o domesticar a la prensa. Ni a nadie.

Alberto en pantalla
Por eso, uno lo ve por estos días al puntano Alberto Rodríguez Saá en los programas políticos de la TV porteña y no puede menos que alarmarse.
El hombre habla como si el San Luis que nosotros conocemos de sobra no existiera o como si no se supiese cómo maneja con mano de hierro la familia Rodríguez Saá los hilos del poder en ese estado.
O como si nadie recordara todos los años en que San Luis estaba lleno de prebendas para expandir sus industrias y para crear puestos de trabajo, cuando en realidad la prebenda servía para que los gobernantes le dieran otro uso a esa herramienta, cerrando muy buenos tratos con aquellos que recibían la canonjía.

Acogotados
Eran los años en que a Mendoza se la sofocaba con un cordón de provincias beneficiadas, mientras a nosotros se nos hacía pagar el hecho de no haber sido mansitos con el poder central, sobre todo en la primera etapa del menemismo.
El Alberto habla como si fuera un hombre de extendida actuación democrática. Como si en su provincia funcionaran todos los controles. Como si en San Luis la oposición tuviese allanada las vías para funcionar.
Como si en San Luis los jueces no hubiesen sido perseguidos, dejando herida cualquier posibilidad de independencia de poderes. Como si allí no hubiese un Gran Hermano que cubre todo con el ojo avizor del amo. O como si no hubiese un ejército que vive del empleo estatal y de los subsidios de todo tipo.

Somos así
La diferencia entre provincias como Mendoza con sus pares de San Luis o Neuquén, por citar sólo dos que están muy cerca nuestro, parece encontrar una de sus razones en la conformación de la población.
La mendocina es una población más histórica, más arraigada, con una demografía más tradicional.
Las otras dos provincias han tenido una fuerte explosión poblacional recién en los últimos 25 años, con gente llegada de varios puntos del país. Eso hace que aún estén conformando su personalidad social. Además, son provincias que poseen sólo el 30% de la cantidad de gente que vive en Mendoza.
Muchos de los que llegaron a San Luis o Neuquén buscando la América “interior” parecen estar convencidos de que mientras los gobernantes “hagan” (caminos, casas, y sobre todo que den planes sociales) se les puede permitir que manejen a la provincia como si fuera su hacienda personal.
En el caso de Neuquén mucho más. Ahí hay mucha plata. La aportan los royalties del gas y del petróleo.
Eso les permite a los neuquinos tener su propia fuerza política diferenciada del resto del país (antes los Sapag, ahora los Sobisch) y no depender del partidismo tradicional. ¿Será por eso que hasta Zulemita Menem le ha echado el ojo al hijo del gobernador Sobisch? http://www.diariouno.net.ar/2007/10/07/nota161139.html