RIÑAS DE GALLOS Y POLITICAS FEUDALES...
Riñas de gallos en San Luis
Para unos pocos, la riña de gallos pasa por ser una actividad tradicional y pintoresca; para otros, en cambio, es un cruel y anacrónico espectáculo, justamente sancionado por las normas de protección a los animales.
Para unos pocos, la riña de gallos pasa por ser una actividad tradicional y pintoresca; para otros, en cambio, es un cruel y anacrónico espectáculo, justamente sancionado por las normas de protección a los animales.
Los legisladores de San Luis han optado por encuadrarse dentro de aquella minoría insensible a los padecimientos de los gallos especialmente adiestrados para enfrentarse con sus congéneres. La Cámara de Diputados puntana, con el apoyo del oficialismo que desde 1983 es encabezado por los hermanos Rodríguez Saá, acaba de legalizar esas sanguinarias confrontaciones entre dos irracionales que, a fuerza de puro instinto, hacen caso a las torcidas tendencias dictadas por supuestos seres humanos. Pocos espectáculos exudan tanta barbarie como las riñas de gallos. Afilados sus picos y calzados sus espolones con púas aceradas, las dos aves se atacan con furia ciega hasta que una de ellas queda postrada, exánime o muerta.
En torno de ese redondel, propietarios y simpatizantes apuestan a uno u otro adversarios. Las riñas sólo están institucionalizadas en Santiago del Estero, Tucumán y, desde ahora en más, en San Luis, donde estarían circunscriptas a un "gallódromo", obra que debería ser inscripta en la extensa nómina de las excentricidades a las cuales nos tiene acostumbrados la dinastía gubernamental sanluiseña.
Es cierto que hay riñas clandestinas en otros puntos de nuestro país. Pero se procura erradicarlas y la ley puede caer con todo su peso sobre quienes las cobijan y organizan. Y tampoco sirve de excusa que el importe de la multa en caso de que uno de los contendientes muriese tenga por destino una "organización protectora de animales" o que un elevado porcentaje de las recaudaciones sea destinado a instituciones públicas en que sean asistidas "personas con capacidades diferentes".
Habilitar espectáculos para que los concurrentes puedan jugarse su dinero y, para ello, resucitar además perimidos actos de barbarie, no es una decisión que pueda enorgullecer a nadie. San Luis ha quedado manchada por este disparate en que han incurrido sus representantes.
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